Siete apellidos juninos


Mujeres con corazones de filigrana, joyas típicas de Viana do Castelo, al norte de Oporto. (Foto: P. Arcos)

Mujeres con corazones de filigrana, joyas típicas de Viana do Castelo,
al norte de Oporto. (Foto: P. Arcos)

El nombre propio es el de Festas de Sao Joao, en Oporto (Portugal), una de las llamadas “festas juninas”. Los apellidos hacen referencia a las verbenas, los fuegos artificiales, los martillitos, las regatas de rabelos… todo lo que las define. Aquí van los siete más importantes.

1 Arraial

Puesto de “farturas” junto a la Torre de los Clérigos. (Foto: P. Arcos)

Puesto de “farturas” junto a la Torre de los Clérigos. (Foto: P. Arcos)

Es la verbena. Literalmente significa campamento o feria. También llamadas “festarolas”. Se instalan en todos los rincones de Oporto, generalmente bajo los farolillos y guirnaldas de colores. Allí está la música que sirve para bailar, los “bailaricos”, y los merenderos al aire libre para cenar antes de lanzarse a la juerga que durará hasta el amanecer y más allá.

De madrugada es recomendable reponer fuerzas tomándose un café bien cargado (al que muchos llaman “cimbalino”, por las cafeteras italianas marca Cimbali) y alguna porra (fartura) o churro en unos puestos luminosos y muy llamativos que van itinerantes de feria en feria.

2 Sardinhas

Barbacoa de sardinas y pimientos en la Ribeira. (Foto: P. Arcos)

Barbacoa de sardinas y pimientos en la Ribeira. (Foto: P. Arcos)

Sin sardinas no hay fiestas de San Juan. Desde primera hora de la tarde los tenderetes se van instalando en las calles más populares, convertidas en peatonales, que de la parte alta de la ciudad van a dar a la Ribeira, junto al Duero. Mesas y barbacoas, generalmente junto a un bar. Muchos de ellos amenizados por música en directo. Se empieza asando los pimientos verdes y se dejan las sardinas para el último momento, para que lleguen calentitas al cliente. Se completa la cena más típica con un caldo verde (sopa de patatas y col) y pan de maíz. El vino, siempre tinto y del Douro, claro.

3 Martelinhos

Vendedora callejera de “martelinhos”. (Foto: P. Arcos)

Vendedora callejera de “martelinhos”. (Foto: P. Arcos)

Antes se utilizaban puerros recién cortados para que los chicos diesen golpes cariñosos a las chicas en una especie de cortejo fálico más bien rústico. Pero en los años 70 se le ocurrió a un avispado empresario local importar unos martillos de plástico de juguete que al golpearlos hacían ruido, a los que los mexicanos llaman “chipotes chillones”. Y llevó estos martillitos a la “Queima das Fitas” , una fiesta en las que los estudiantes que dejan la universidad queman las cintas de la facultad en la que estudiaron. El éxito fue tal que los llevó también con gran éxito a las Fiestas de San Juan.

Hoy no se entienden estos festejos sin “martelinhos” con los que todos, especialmente los niños, golpean las cabezas de los que se ponen a tiro.

4 Manjerico y quadra

Puesto de “manjericos” y una “quadra” ampliada. (Foto: P. Arcos)

Puesto de “manjericos” y una “quadra” ampliada. (Foto: P. Arcos)

Los tiestos de “manjerico” (albahaca) se venden por toda la ciudad y adornan comercios, restaurantes y casas particulares. Todos llevan clavada una pequeña bandera de papel con la enseña de Portugal por un lado y un verso por el otro. Estas composiciones se llaman “quadras”, estrofas de cuatro versos alusivas a la fiesta. Algunas son poéticas: “Quando o dia nos invade / na manha de Sao Joao / fica a cinza da saudade / espalhada pelo chao”. Otras más sarcásticas: “O meu rico S. Joao / Casai-me que bem podeis / Ja tenho teias de aranha / Naquilo que vos sabeis”.

Si el recio puerro era el símbolo del falo, la aterciopelada albahaca representaba el pubis de la mujer.

5 Fogos, foguetes y balões

Fuegos artificiales desde la terraza de la bodega Taylor's. (Foto: P. Arcos)

Fuegos artificiales desde la terraza de la bodega Taylor’s. (Foto: P. Arcos)

El pistoletazo de salida para la juerga lo dan los “fogos de artificio” (fuegos artificiales) que se lanzan desde la orilla del Duero a las doce en punto de la noche. Suelen durar 15 minutos en los que son quemados centenares de “foguetes” (cohetes) de todo tipo y colores. Los más aclamados son los que estallan en forma de palmera y el mejor sitio para verlos es la otra orilla del río, la de Gaia, donde se encuentran la mayor parte de las bodegas. Sus terrazas se llenan desde el anochecer y sirven de inmejorable palco.

Mucho antes, nada más empezar a oscurecer el cielo, desde diferentes puntos de la ciudad se lanzan los “balões”, globos de aire caliente hechos de papel y con una candela en su interior, que se elevan hasta perderse en lo alto.

6 Rabelos

Rabelos llegando a la meta en el puente de Luis I. (Foto: P. Arcos)

Rabelos llegando a la meta en el puente de Luis I. (Foto: P. Arcos)

Pero quizá la máxima atracción de las fiestas de Sao Joao de Oporto sean sus regatas de rabelos. Son estos unos barcos en los que se transportaban las barricas de vino y que reciben ese nombre porque tienen unos largos timones (espadelas) que parecen rabos (rabes).

No son embarcaciones hechas para correr pero lo hacen, más por espectáculo que por deporte, desde 1983. Este año se ha celebrado la regata número 32.

Los rabelos, que existen desde el s. XVIII, vivieron su época dorada en el siglo XIX. En 1887 se inauguró el ferrocarril del Duero, con lo que empezaron a no ser necesarios y a desaparecer. Hoy son el emblema de la ciudad y sus fiestas.

7 Tripeiros

Los portuenses no son “tripeiros” por comer mucho, si no por ser generosos. (Foto: P. Arcos)

Los portuenses no son “tripeiros” por comer mucho,
sino por ser generosos. (Foto: P. Arcos)

Pero todo esto no sería posible sin los “tripeiros”, que es tanto como decir los habitantes de Oporto. Fieles a sus tradiciones, orgullosos de ellas, hacen de las fiestas un modo de vida. El apelativo de “tripeiros” surgió en el siglo XV, cuando los portugueses se lanzaron a la conquista de Ceuta. Salió la expedición naval de la ciudad del Duero, donde se les abasteció de todo tipo de comida, incluso de carne. Dicen las crónicas que los portuenses fueron tan generosos que se quedaron solo con las tripas del ganado, de las que se alimentaron durante bastante tiempo. De entonces “as tripas à moda do Porto” (callos) es uno de los platos más típicos de la ciudad. Volver

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