Disfraces exprés
Le he dado mil vueltas para encontrar la palabra que lo defina en castellano y no la he encontrado. Incluso he preguntado a la Fundación del español urgente (Fundéu) y no he tenido respuesta. Así que lo llamaré “disfraces exprés”.Me refiero a esos tableros que hay en algunos lugares, generalmente turísticos, en los que aparece pintada alguna figura, y donde debía de estar la cabeza hay un agujero para que el que quiera saque la suya y se haga una foto. ¿Quién no lo ha hecho? Solo alguno que no se ha atrevido, porque a todos nos ha tentado. Y si nosotros pecamos por defecto (no hay ningún vocablo) en inglés lo hacen por exceso, pues existen muchas denominaciones para ese fenómeno. “Peep Board” (tablero espía) es la más usual. De ella muchos han deducido que se trata de una “ventanilla con animaciones”, un “tablero de imágenes” o un “bastidor perforado para asomar la cabeza”. Otras voces en inglés son simplemente “head through” (la cabeza a través de) o “amazing photos” (fotos increíbles). Lo llamemos como lo llamemos, se trata de una forma rápida de disfrazarnos para hacernos una foto. Disfraz y foto, esas son sus esencias. Nos tomamos fotos porque queremos trascender, compartir, dar envidia, que los demás se enteren de dónde hemos estado. Eso son los selfies (autorretratos), ahora tan en auge. Y nos disfrazamos para aparentar lo que no somos, aunque sea de una manera exagerada. No lo soy pero me gustaría serlo “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos” decía Maquiavelo. “Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos”, en palabras de François de La Rochefoucauld, un aristócrata francés del siglo XVII aficionado a la escritura moralista. “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, sentencia el sabio refranero popular. Y no es extraño que las palabras que lo definen sean inglesas, pues fue en las playas de Inglaterra donde nació en los Felices Años Veinte del siglo pasado y tuvo su máximo esplendor en los años 50. Ahora parece que vuelven a proliferar y es fácil toparnos con ellos en museos, castillos, aeropuertos… Aquí está la prueba.
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delmo
Ene 07, 2015 @ 08:41:05
impagable
César
Ene 07, 2015 @ 09:26:37
Muy bueno.. Creo que el precursor del invento fue un tal Guillotin pero solo podían «fotografiarse» una vez.