Monumento a una herejía

El Crismón sobre mi crisma. Foto: Pilar Arcos

El Crismón sobre mi crisma. Foto: Pilar Arcos

Baena es uno de esos lugares que enamoran desde el primer momento. Pasear por sus calles más antiguas es volver a su evocador pasado musulmán. En la Almedina, nombre que recibe la parte alta, las calles encaladas rodean al “hsin”, el castillo árabe que dio origen a la población. Aquí nos topamos con sorpresas tan curiosas como el Crismón.
Está en la Plaza de Marinalba, en plena ruta turística, a la que se llega atravesando el sencillo Arco de Santa Bárbara. Es una cruz visigoda, que representa al cristianismo, fundida en bronce y de grandes proporciones. Junto al león ibérico, es uno de los símbolos de la ciudad.
Las primeras comunidades cristianas radicadas en Egipto representaban el sacrifico de la cruz con el jeroglífico ankh (llave), que simbolizaba la vida. Y por estar habituados al empleo de dibujos en vez de alfabeto, aceptaron con naturalidad el uso de la cruz para aludir a la nueva religión.
Constantino el Grande añadió a la cruz el monograma de Cristo, compuesto por las dos primeras letras de ese nombre en griego “XP”. Nacía así el Crismón.

Dos vistas del monumento al Crismón de Baena. Foto: Pilar Arcos

Dos vistas del monumento al Crismón de Baena. Foto: Pilar Arcos

Saltamos en el tiempo y la casualidad hizo que en 1901, la reja de un arado se topase con una vieja sepultura en los campos del cortijo de Ízcar, a 12 km. de Baena. Dentro, entre el ajuar funerario, se encontraba un objeto metálico de 34 por 26 cm. al que en un principio llamaron La Cruz de Ízcar. Fue datada entre los siglos VI y VII y en 1902 fue trasladada al Museo Arqueológico de Madrid, donde se pudo admirar, hasta que fue robada (algunos dicen que por una “mano piadosa”) el 6 de julio de 1993. Desde entonces se desconoce su paradero… ¡misterio!

Indudablemente era un crismón, todo lo delataba. Contenía el alfa, la primera letra del alfabeto griego en mayúscula, y el omega, la última en minúscula. Cristo dijo que él era el alfa y el omega, el principio y el fin de todas las cosas. También aparecían dos círculos contrapuestos, que simbolizan el cosmos: arriba y abajo. Según el crítico de arte y antropólogo colombiano Eduardo Arboleda, el Crismón de Baena es la versión europea del concepto primigenio del círculo, que en Oriente adquirió muchas variantes: mandala hindú, tao chino, sol naciente japonés… ¡misterio!

La Plaza de Marinalba de Baena. Al fondo, la torre de Santa María la Mayor. Foto: Pilar Arcos

La Plaza de Marinalba de Baena. Al fondo, la torre de Santa María la Mayor.
Foto: Pilar Arcos

En el de Baena se puede ver la “P”, del Padre, y la “A” del Hijo, pero ni la “X” ni la “S”, las dos letras del Espíritu Santo. Es decir, no reconoce el dogma la Trinidad… ¡herejía!.
El concepto de Trinidad no aparece hasta el s. III y no se generaliza hasta el X. Durante mucho tiempo, a los crismones primitivos (los de los cátaros, por ejemplo) la Iglesia les añadió una “S”, lo que les libraba del pecado. El de Baena nunca la tuvo, y por eso se sospecha que una “mano santa” lo hizo desaparecer para ocultar el sacrilegio. A cambio, el módulo de forja de la Escuela Taller de Baena hizo uno nuevo considerablemente mayor para exponerlo en la Plaza de Marinalba.
Saltamos otra vez. En 2002 varias poblaciones del centro de Andalucía, entre ellas Baena, forman una ruta turística en torno a un elemento común: la Semana Santa, y la llaman “Caminos de Pasión”. Curiosamente, en su recorrido se encuentra el monumento a una herejía. ¡Cosas veredes! Volver
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4 comentarios (+¿añadir los tuyos?)

  1. delmo
    Nov 26, 2014 @ 08:44:21

    Muy interesante, como siempre, tu explicación del crismón, que en época de los romanos llamaron lábaro. ¿O no es lo mismo?

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  2. César
    Nov 26, 2014 @ 11:18:58

    Muy interesante. Cada vez que se «actualizan» los museos hay piezas que «desaparecen». Yo he echado en falta algunas como en el de Altamira y en los Arqueológicos de Madrid y Zamora. Menos mas que existe la fotografía que lo reflejó

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