Regatas de barcos con rabo

Un niño con su martelinho. (Foto: P. Arcos)

Un niño con su martelinho. (Foto: P. Arcos)

Sardinas asadas, vino tinto, música, bailes… Todo lo necesario para una fiesta popular a la que los tripeiros añaden baloes (globos voladores con fuego); manjericos (tiestos de albahaca); martelinhos (martillitos de plástico de juguete que en México llaman chipotes chillones); y sobre todo las regatas de barcos con rabo.

Los rabelos se caracterizan por su largos timones como "rabes", rabos. (Foto: P. Arcos)

Los rabelos se caracterizan por su largos timones como «rabes», rabos.
(Foto: P. Arcos)

Porque “rabelo”, que es como se llaman estas embarcaciones, viene de “rabe”, que significa rabo. Y se explica por el largo timón (espadela) que tienen. Estamos en Oporto, una de las ciudades más bonitas de Portugal y, como ya habréis adivinado, en sus populares Fiestas de San Juan.

La meta, junto al Puente de Luis I, emblema eiffeliano de Oporto. (Foto: P. Arcos)

La meta, junto al Puente de Luis I, emblema eiffeliano de Oporto. (Foto: P. Arcos)

Este año se ha celebrado la 32ª edición de una de las regatas más coloridas del mundo, al menos del mundo occidental. Y el ganador ha sido el rabelo de las bodegas Cockburn, una de las más importantes de la ciudad. Lo hemos presenciado muy de cerca, casi los podíamos tocar con la mano, pues nos han invitado a seguir la competición de principio a fin desde un yate fuera borda.

Espectadores en las orillas del río Duero para contemplar la regata de rabelos. (Foto: P. Arcos)

Espectadores en las orillas del río Duero para contemplar la regata de rabelos. (Foto: P. Arcos)

Aunque llamarlo competición a lo mejor es demasiado. El ganador, que lo hizo al menos con 200 metros de ventaja, salió disparado desde la misma línea de partida, en Cabedelo, muy cerca de donde el Duero se funde con el mar, y se mantuvo como líder solitario sin que nadie se le acercase durante los 3,5 kilómetros de carrera hasta Gaia, en las inmediaciones del puente de Luis I, que es el emblema eiffeliano de Oporto.

Dos rabelos con sus velas cuadradas hinchadas por el viento. (Foto: P. Arcos)

Dos rabelos con sus velas cuadradas hinchadas por el viento. (Foto: P. Arcos)

Pero no hay que ser mal pensados, aunque la victoria haya coincidido con el año en el que Cockburn cumple dos siglos de existencia. Lo importante es que las regatas de rabelos sirven de esparcimiento popular (y si no que se lo digan a las miles de personas que se congregaron en las orillas del río mucho antes del pistoletazo de salida) y de publicidad para las bodegas de Oporto, cuyos logos aparecen a todo trapo en las velas de los barcos. Este año fueron 14 embarcaciones de otras tantas empresas.

En este dibujo se aprecia que los rabelos, con un fondo plano, no tienen quilla

En este dibujo se aprecia que los rabelos, con un fondo plano, no tienen quilla

Dicen que es un juego, que nadie se toma demasiado en serio, que casi ninguno de los tripulantes es un experto, que lo único que cuenta es su difusión, la foto. ¡Y vaya que sí las hicimos! Que incluso la hora en la que se celebra, a partir de las cinco de la tarde, no es la mejor para los vientos. En su primera edición, en 1983, se realizó por la mañana, cuando soplan más favorablemente para la navegación, pero era demasiado pronto para los espectadores. Así que, como el guión del espectáculo lo exigía, pronto se cambió el certamen a las tardes de la Fiesta de San Juan. Se trata de divertirse y difundir el nombre de Oporto. (Allí todavía no utilizan la cursilada de “Marca Oporto”).

Azulejo con rabelos del s. XIX en la estación de tren de Pinhao. (Foto: P. Arcos)

Azulejo con rabelos del s. XIX en la estación de tren de Pinhao. (Foto: P. Arcos)

Antiguamente, antes de construirse el ferrocarril e incluso las carreteras, las bodegas más remotas de la región del Alto Duero (Douro Superior), ya cerca de Salamanca, solo eran accesibles por vía fluvial. Así surgieron los rabelos, embarcaciones de poco calado, sin quilla y fondo plano para transportar por los entonces peligrosos rápidos del Duero los barriles (pipas) de vino (hasta cien) a las bodegas de Gaia, frente a Oporto, donde el caldo se almacenaba, fermentaba y embotellaba para luego distribuirse por todo el mundo. Hay referencias de la existencia de rabelos ya en 1792, gracias a los permisos concedidos por la Compañía General de Agricultura.

La regata pasa frente al Palacio Episcopal y la iglesia de San Lorenzo. (Foto: P. Arcos)

La regata pasa frente al Palacio Episcopal y la iglesia de San Lorenzo.
(Foto: P. Arcos)

Con un tamaño que va de 19 a 23 metros de eslora, una manga de hasta 4,5 metros y una tripulación de seis o siete marineros, no es precisamente una embarcación diseñada para correr, y menos aún cuando se le añadió una gran vela cuadrada en su único mástil, que entorpece la visión del timonel encaramado en una rudimentaria plataforma junto a la popa.

Un rabelo con la vela arriada pasa por el Muro de los Bacaladeros de Oporto. (Foto: P. Arcos)

Un rabelo con la vela arriada pasa por el Muro de los Bacaladeros
de Oporto.(Foto: P. Arcos)

Los rabelos vivieron su época dorada a mediados del siglo XIX. En 1887 se inauguró la primera parte del ferrocarril del Duero, con lo que empezó su declive. En los años 60 se construyeron las primeras presas que cortaban el libre fluir de las aguas del Duero, y 1964 fue el año del último viaje comercial de un barco rabelo, y del principio de su utilización en la industria turística como emblema de Oporto y sus vinos. Con todo, ahora se habla mucho más que nunca de estos barcos con rabo. Volver
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