E io oeo
Me sonaba a algo conocido, pero no sabía a qué. En la maravillosa isla de La Gomera lo descubrí hace poco. ¡Claro! me recordaba a ese lenguaje inventado con el que jugábamos de niños para contarnos cosas sin que se enterasen los mayores, o eso creíamos. Decíamos frases normales pero sin pronunciar ninguna consonante, solo las vocales .No inventábamos nada. Casi todos los bebés lo hacen hacia los 3 meses cuando emiten gorjeos, primero solo con vocales a las que luego agregan alguna consonante: “ajo”. Y no era dislalia. Yo le decía a mi amigo Chuchi, por ejemplo, “Ea ae eao e o iae”, y el entendía perfectamente que “Esta tarde quedamos en los billares”. Al principio era más difícil, pero con la práctica dominábamos ese lenguaje.
Luego me enteré cuando me hice mayor (¡qué rápido se hace uno mayor!) que la cosa no era nada pueril. Que en una ópera rusa de principios de siglo (veinte ¡cuál va a ser!) titulada “Victoria bajo el sol”, uno de los personajes cantaba usando solo las vocales. Pues si lo utilizaba el Futurismo Ruso, una de las vanguardias literarias más aclamadas, es que era algo muy serio. Acabo de estar en La Gomera. Escuchando en el Parador Nacional de San Sebastián una exhibición de silbo gomero tuve este flash. “Eo e oo aa i oaes” (Esto es como hablar sin vocales) pero silbando.
Dos chicas muy jóvenes se comunicaban chiflando (vídeo mío del silbo). Ana Luz, a nuestro lado, silbaba a su amiga Araceli, en otra estancia, una frase previamente convenida con nosotros y le decía que viniera a la mesa de Salomé y que cogiera su móvil. Y Araceli venía y lo cogía. “Bueno, bueno” (ueo, ueo).
El silbo gomero no es la única lengua silbada existente, hay otras hablas pitadas en Nepal, México y alguna zona intrincada de los Pirineos, pero el gomero es el único declarado Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
No se sabe su origen exacto, pero sí que ya lo practicaban los guanches, antes de que llegasen los españoles a las Canarias en el siglo XV.
Ana Luz y Araceli no son una excepción. Aunque a finales de los 90 “e io oeo” (el silbo gomero) corrió peligro de extinción, en 1999 las autoridades canarias incluyeron su enseñanza obligatoria en todas las escuelas. En 2009 ya lo practicaban unas 22.000 personas: los nacidos antes de 1950, que lo habían aprendido por tradición, y los jóvenes y niños escolarizados desde 1999. Eso sí, solo sirve para frases sencillas y previsibles. Una discusión filosófica sería difícil de mantener solo silbando. Hoy el silbo es una atractivo más para el turismo gomero. Sus exhibiciones son habituales junto a las de danzas y músicas folclóricas y hasta tiene su monumento, una escultura llamada “El árbol que silba” del artista José Darias, situada en el habitualmente huracanado Mirador de Igualero.
“Eeeo o e i iee e eiee, eo uioo e u ao” (Entenderlo no se si siempre se entiende, pero curioso es un rato).
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