Terceira, donde los mayordomos se sienten emperadores

Azulejo representando el imperio de Largo dos Remedios, Angra do Heroísmo, construido en 1909

Uno de los aspectos que definen a los habitantes de las islas Azores es su gran religiosidad. Dicen los sociólogos que el aislamiento propio del archipiélago, la lejanía con el continente y la tenebrosidad de la insondable Mar Océano reforzaron la fe de los azorianos y ha creado formas propias de devoción.

La reina Santa Isabel y la iglesia de la Misericordia, Angra do Heroísmo

A diferencia de las Canarias, donde había aborígenes a la llegada de los europeos en el siglo XV, se cree que los primeros habitantes de las Azores fueron los portugueses que llegaron en 1432, un poco después que a Madeira. Al no tener que imponer su religión a ningún nativo, simplemente establecieron directamente la suya, el catolicismo. Aquí paz y después gloria.

Iglesia de la Misericordia en el puerto de Angra do Heroísmo

En Terceira concretamente, el culto al Espíritu Santo está documentado desde 1492, año en el que ya se celebraban multitudinarios festejos en su honor que siempre acababan en una “funçao” o “bodo” (banquete), que además de para exaltar la Fe servían para poner en práctica la tercera virtud teologal, la Caridad.

Miniaturas de imperios en una tienda de recuerdos de Angra do Heroísmo

Además de en las Azores, el culto al Espíritu Santo sigue estando muy vivo en comunidades de emigrantes de origen azoriano radicadas en Brasil, las costas este y oeste de Estados Unidos y la provincia de Ontario, en Canadá.

Imperio de la Caridad, 1895, Angra do Heroísmo

Todos estos cultos se estructuran en torno a una hermandad, a la que se unen voluntariamente los vecinos. En un principio se aceptaba solo a los hombres, hoy son mixtas y todos los “hermanos y hermanas” tienen los mismos derechos y deberes. Todos menos el “mordomo” (mayordomo, desconozco si ha habido algún mayordomo mujer, en ese caso sería mayordoma) que es elegido mediante sufragio general por toda la hermandad. Es la autoridad suprema y quien coordina la recogida de fondos para la fiesta y supervisa su realización. Y aunque es elegido por el pueblo, el mayordomo es coronado por el cura del lugar y de él recibe los atributos “imperiales”: el cetro, la corona y el orbe, los tres de plata.

Iglesia e imperio de Santa Rita, en Lajes, isla Terceira

Pero todo esto pasaría inadvertido al turista si no fuera por unas construcciones características que aparecen salpicando la geografía de Terceira. Son los “imperios”, aunque en algunas ocasiones he visto que se traducen al castellano como “capillas”. Allí los mayordomos se sienten emperadores.

Imperio del Terreiro da Ladeira Grande, 1925, junto a Porto Judeu, Terceira

Son pequeños edificios muy coquetos que asemejan a una pequeña iglesia, pero en los que no se celebran misas. Normalmente están erigidos junto a un templo en el que sí se oficia el culto y solo abren sus puertas en días señalados.

Imperio de los Remedios, 1959, freguesia de Nuestra Señora de la Concepción,
Angra do Heroísmo

Más allá de los aspectos religiosos y sociales, los imperios son unas muestras arquitectónicas muy interesantes… y fotogénicas. Las hay sencillas, simples aleros de mampostería como los que pueden verse en la isla de Santa María, y construcciones más elaboradas, como los imperios de Terceira. En esta isla, que cuenta con 30 “freguesias” (parroquias o pueblos) nos dijeron que hay más de 70, es decir, tocan a más de dos imperios por localidad.

La corona y la paloma, símbolos del Espíritu Santo, suelen rematar
las fachadas de los imperios

Cada imperio es único, diferente. Suele ser un edificio cuadrangular con amplios ventanales y una fachada rematada por un frontón en el que aparece el año de construcción. Y sobre todo una paloma o una corona, símbolos de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.

A veces los vanos de puertas y ventanas se pintan con vivos colores

El color de las paredes siempre es blanco (pureza), mientras que los vanos de puertas y ventanas se realzan con franjas de vivos colores que van desde el azul celeste (el del Espíritu Santo) a todas las variedades del arco iris. Nos dijeron que cuantos menos colores tienen, la hermandad a la que pertenecen es más rica. No sé si esto es verdad, pero lo que está claro es que al turista le atraen mucho más los multicolores que dan mucho mejor en las cámaras de sus móviles. (Fotógrafos partidarios del blanco y negro, aquí no tenéis nada que hacer).

La «dispensa» o «copeira», junto al imperio, sirve de almacén de los alimentos

Junto al imperio suele haber otro edificio más sencillo, es la “dispensa” o “copeira”, un almacén donde se guardan los objetos utilizados en los rituales y las comidas que se distribuirán en los “bodos”. Hoy ya no reparten caridad, pero especialmente en el séptimo domingo después de Pascua (el día de Pentecostés) sirven para que todo el pueblo se reúna a comer en mutuo jolgorio pan, vino y carne. En casi todas las ocasiones, al final del banquete se celebra una «tourada à corda. «Espíritu Santo, envía sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés… y haz que proceda con templanza en el uso de las criaturas».

El imperio de los Marineros, 1877, en Playa de la Victoria, Terceira,
junto a una vivienda moderna

Es muy posible que la reina Santa Isabel (1271-1336) introdujese en Portugal las fiestas en honor del Espíritu Santo. Isabel era tan piadosa que no dudó en criar como propios los hijos bastardos de su esposo el rey Dionís. La especial devoción que la monarca, aragonesa de nacimiento, sentía por el Espíritu Santo arraigó profundamente en las islas Azores.

FOTOS: PILAR ARCOS

 

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