Hay que seguir publicando reportajes de viajes

En los últimos meses, algunos amigos (y otros no tanto) me han preguntado que por qué, ahora que no se puede viajar, sigo publicando reportajes de viajes y turismo.

Creo firmemente que, aunque no nos podamos desplazar libremente a cualquier sitio, aún hay muchos lectores potenciales de ese tipo de literatura. Puede que incluso más que antes.

A grandes rasgos, creo yo que hay tres motivos principales para que alguien sienta deseos de leer un reportaje de viajes. El más habitual, el evidente, es la persona que ha planeado hacer un viaje determinado, cuando sea, y quiere informarse de qué hay en ese lugar que merezca la pena. De qué motivos hay para que viaje allí.

En segundo motivo lo protagoniza alguien que ya ha estado allí y quiere confirmar que lo que vio era lo que más le interesaba, lo más importante, que no se ha perdido nada fundamental. También porque le gustó el lugar y quiere ampliar sus conocimientos sobre el mismo.

Y en tercer lugar, otro motivo no menos importante que los otros dos: porque le gusta leer, le gusta la literatura de viajes, porque lee por placer, aunque sea sobre lugares a los que nunca tiene previsto ir y a los que seguramente nunca irá. Porque le gusta, por ejemplo, Julio Verne aunque no se le pasa por la imaginación ir a la Luna o recorrer veinte mil leguas en un submarino.
En los tres casos (y otros más, que los hay) está más que justificado que los que nos dedicamos a esto sigamos publicando en estos tiempos difíciles.